San Sebastián de Garabandal
(Cantabria)
Caminas por la aldea y la serenidad te acoge en cada rincón,
las piedras de las casas guardan memoria de la iluminación, de la verdad, la
bondad nos hará libres.
Asciendes y entre las casas,
sigues el indicador: los pinos y subes aquel camino de tierra y piedras que las
niñas en 1961 tomaron para comer manzanas. Y bajo el manzano descansas, en un
banco en el que alguien dejó una rama de avellano que me ayudará en la
ascensión. Miras dónde colocas cada pie, con cuidado, tratando de no retorcerme
un tobillo, una fuerza interior te lleva a seguir, a ascender. Azulejos que representan los misterios del
rosario salpican el camino que te lleva hasta una loma en la que se arremansan
cinco pinos, frondosos ante ellos, los reclinatorios de madera dan la acogida a los peregrinos que rezan en
silencio. Entre las ramas de dos pinos las urnas cobijan la imagen de la Virgen
del Carmen y la del Arcángel San Gabriel.
Unos bancos rodean esta cumbre, en la que tomar fuerzas y seguir el
ascenso hacia un horizonte en el que los misterios gozosos se elevan hacia las
nubes. Pero siento que he llegado al final de mi camino. El pueblo en la ladera
del valle se eleva poniendo el color de la tierra entre el verde de la hierba y
los árboles.
La paz está en este lugar, hay un
sosiego y un recogimiento que no he sentido nunca en ninguna iglesia, pero que
experimenté en las mezquitas.
En la base de pinos hay candelas, un buzón para recibir peticiones, demandas, y fotografías de muchos jóvenes entre las velas, discos de viejos teléfonos que deben sostener ahora delgados cirios junto, con un gorro mejicano, y una bandera mejicana en la que han escrito como ofrenda. De rodillas, familias rezan. Junto las palmas de mis manos y llevo los pulgares a mi corazón, es ese namaste que en la India me hizo conectar con la espiritualidad. Y dos minutos después un hombre se me acerca y con su acento estadounidense me da una medalla de la Virgen, bendecida por un sacerdote católico, me dice que tiene mucha protección y que es para mí. Le doy las gracias y se va.
En la base de pinos hay candelas, un buzón para recibir peticiones, demandas, y fotografías de muchos jóvenes entre las velas, discos de viejos teléfonos que deben sostener ahora delgados cirios junto, con un gorro mejicano, y una bandera mejicana en la que han escrito como ofrenda. De rodillas, familias rezan. Junto las palmas de mis manos y llevo los pulgares a mi corazón, es ese namaste que en la India me hizo conectar con la espiritualidad. Y dos minutos después un hombre se me acerca y con su acento estadounidense me da una medalla de la Virgen, bendecida por un sacerdote católico, me dice que tiene mucha protección y que es para mí. Le doy las gracias y se va.
Miro la medalla y la virgen tiene
sus manos en la misma posición, quizás fue ese namaste el reflejo que él vio.
Una pequeña capilla en la que hay
un baúl grande de piel que me evoca los grandes viajes de antaño, y velas como
ofrenda más abajo recoge los mensajes que descifraron estas niñas que han
llevado el mensaje de la necesidad de bondad y oración a EEUU, a Brasil, a
Italia. La piedra sobre la que se
apareció el arcángel está allí al lado derecho de la capilla, y en sus paredes
aparecen fotos, más fotos de niños. Colgado de una bolsa un libro: “El arte de
educar de padres a hijos”. Y a ambos lados de la campana enorme los
mensajes reproducidos en bronce. Al salir una fuerza interior me lleva a
santiguarme, ya ni sé los años que llevo sin hacerlo. Y al hacerlo, mentalmente
lo hago al revés, como los ortodoxos. Todas las religiones contienen la misma
verdad: paz, salam, salom.
Dos horas más tarde en Barcelona
se produce un atentado terrorista y atropellan por las Ramblas a quien se ponga
delante, al grito de Alah es grande. Quince muertos entre víctimas, cinco
terroristas abatidos, las cifras son escalofriantes,… No es la religión la que lleva a estos jóvenes a matar de esta forma cruel, y
despiadada. No se comprende desde el
corazón como atentas contra la vida propia y ajena.
¿Cómo conocer el mecanismo que
hace que pongan su vida al servicio de la aniquilación? Los símbolos están
cayendo, llevan mucho tiempo perdiendo
su fuerza, no hay más que pensar en la esvástica que fue secuestrada por
el fascismo.
Quizás los rituales deban ser
reinventados, y en la naturaleza la conexión con las fuerzas del universo son
más sencillas, y no precisan de símbolos. En San Sebastián de Garabandal dicen sus vecinos que la Virgen se apareció
por todo el pueblo más de cien veces y una de las niñas que la vieron regresa a
su pueblo en julio cada año desde EEUU donde vive. Uno siempre vuelve a los
lugares donde amó la vida.
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