ZAMBULLIRSE
Esmeralda Vizcaíno
_ Me dijo que estaba guapa esta
mañana, y le di un beso.
_ Con este gesto mostraste el
camino hacia el tesoro, pero no supo seguir las señales, el hilo que le sacaría
del laberinto de la comodidad. Hay que olvidarse del reloj, sacrificar el desayuno, puede incluso que
perder el ferry y seguir la senda de
esas palabras silenciadas que brotaron al fin y de nuevo el muro fue franqueado
por ti, la indómita gacela.
Tendría que haber seguido y
haberte susurrado al oído: _ Estás tan hermosa...- Desataría un caudal de
caricias de tus manos, de tus labios. _ Tu risa rompe mis defensas.- La nariz
de ella se deslizó suave, a tientas
entre los pliegues de la nuez de su cuello que subía y bajaba, oscilante,
temblorosa mientras las manos se aferraban a sus hombros tratando de abarcar
los omóplatos con sus dedos muy abiertos. _ Eres una mujer tan misteriosa,
enigmática impredecible. Adoro tu espontaneidad, aunque a veces me dejas
perplejo. - Susurró él mientras ella recorría su espalda tranzando ramas de
palmeras cargadas de dátiles, abriéndose unas sobre otras. – Eres como la luna,
aunque desaparezca siempre vuelve a su plenitud. Y te espero para aullar en tu
plenilunio que te quiero.- Sus labios se besaron la uno al otro y viceversa,
unos besos jugosos, tiernos, lentos mientras se arrebujaron sus cuerpos en un
abrazo infinito. Entonces, antes de que el sueño les venciera fue él quien
comenzó a recorrer su cuerpo mientras ella murmuraba: - Soy el jardín, el eco del jazmín
lo encontrarás en mis senos. La flor de la almendra te aguarda en mi vientre.
Mi ombligo contiene el amlou, la fuente en la que hallarás el néctar que te
impulsará a seguir viaje en busca del preciado almizcle, entre las magnolias en
mis muslos… En las rodillas te aguarda un toque alegre de clavo ,mezclado con
la caricia dulce del cardamomo y entre los dedos de mis pies la canela te
renovará las fuerzas para recorrerme entera, a tu indómita gacela… Siguió el aroma
de aquel jardín entre los volcanes y los temblores que fue desatando a su paso,
mientras el olor a sal los envolvió sellando aquel encuentro nuevo, diferente
en el que aquellos cuerpos en los que podían trazar el mapa de los lunares,
manchas, arrugas, canas, cicatrices, estrías cobró una nueva dimensión. A
partir de aquel momento la forma en que ella mostraba el lunar de su escote,
cercano a su pecho era un mensaje para alimentar el deseo de reencontrarse con
un lenguaje inventado, nuevo, con un sinfín de códigos por establecer al alimón.
Cuando despertaron él le musitó
al oído: _ Echaba tanto de menos tus
dedos en mi pech… Toma mi corazón, ahí tienes tu hogar”- Entre roces ligeros y profundos los ecos habían llegado a reencontraros piel a piel.
En su alma se habría quedado gravado el sonido de ese te quiero, te amo con una
profundidad capaz de hacerte olvidar las ocasiones en que se encerró en su
Océano Glaciar Ártico, tan gélido, tan distante, tan inalcanzable.
Ahora estamos en el Mar, flotando
exhaustos, sin saber casi nadar, con una concentración de sal que nos permite
permanecer sentados en el agua y leer el periódico. Es aceitosa, cálida,
agradable al tacto, y las heridas cicatrizan a una velocidad que apenas nos da
tiempo a quitarnos el barro que nos cubre por completo. Me has traído a una
sanación en el Mar Muerto. Pero es un mar que no alberga vida, en esta tumba
líquida de aguas en las que arremansa el río Jordán, el río de las viejas
tradiciones, de plegarias antiquísimas, aguas para bautizar a reyes, aguas que
se arremolinan por debajo del nivel del mar, en la sima del Wadi Rum, aguas
quietas, silenciosas, sulfurosas, asfixiantes.
La miro a los ojos y en ellos
está el agua del Caribe, las cristalinas aguas de esas orillas donde es seguro
bañarse porque sus lechos son planicies blancas, cercadas por el arrecife donde encontrar
caracolas que susurran habaneras, poemas, confidencias, sueños, promesas,
añoranzas… Zambullirse en su mirada es perderse en el malecón al amanecer con
la brisa fresca, ebrio de esperanza e ilusión por transformar las miradas.
¿Dónde quieres zambullirte lo que
te queda de vida en el Ártico, en el Mar Muerto o en el Malecón?
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