El morabito es visitado por medio
docena de devotos. Las abejas liban en el jardín, entorno alas tinajas del
agua, refugio para viajeras que deseen detenerse y gozar del espejo que ofrece
el jardín. Lo prohibido, lo oculto salvaguardado por el guardián atento, las
puertas abiertas cuyo umbral solo traspasan las miradas para las que andamos
calzadas.
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