La tentación del sofá parecía que iba a ganar la batalla cuando recordé aquel cuento de Laura que hace ya casi veinte años me impactó: Mi mamá me mima. De memoria recordé el comienzo: “Yo llevo treinta y ocho años en el vientre de mamá"… Comenzaba a dejar que otros, desconocidos leyeran mis relatos cuando descubrí a esta autora que me impacto con aquel cuento que sigo releyendo y mostrando cada año a algunos alumnos y alumnas. No podía perder la oportunidad de verla en carne y hueso así que salí con mi paraguas, enfundada en mi bufanda y guantes. No sin antes enviar un sms a mi amiga:” paró de llover, tú sabrás pero es una oportunidad única, ver aquí a estas mujeres”
Recorrí
la antigua ruta que me llevaba antaño a la Plaza Ya no había tráfico, las tiendas habían
casi desaparecido, estaba abierta sólo la colchonería, con sus trozos de espuma
recortados en el escaparate como relleno de almohadas. Las losas de piedra sobre las que andabamos como jugando al cascayu ya
no estaban y ahora los surcos rasgaban el pavimento y me conducían al centro de la
calle Mon. Cerré los ojos y casi creí oír al girar hacia la derecha los
reclamos del día, anunciando pescado fresco y el olor de las flores en la
tienda de la esquina que se expandía, conformando un pequeño jardín con árboles frutales a buen precio. Me sentí
mareada, el olor a pescado parecía cobrar fuerza y abrí los ojos, sólo cuatro
paredes y la lluvia que de nuevo reaparecía en escena.
Entré y vi que la disposición esta vez era de
café, mesas con cinco o seis sillas y en el centro de la sala las sillas
forradas de terciopelo y una gran mesa donde se sentarían las escritoras, un
atril a un costado, a otro el cartel que anuncia los encuentros, y un taburete.
Las mesas más centrales ya estaban ocupadas. Me senté con una pareja de unos
cincuenta y tantos, mientras esperábamos inicié conversación con ellos y fuimos
comentando la sesión anterior, y para mi
sorpresa no habían leído casi nada de Laura.
Sonaron las ocho campanadas en la catedral próxima y se inició el
acto. Y para sorpresa del público Rossy de Palma comenzó a leer en primicia un fragmento de la próxima obra de Laura Freixas: Una vida subterránea (Diario, 1991-1994) Iba leyendo despacio, con un tono íntimo, y
el silencio era absoluto, expectante. Contemplé a Laura nerviosa, no cesaba de
agarrar inquieta un bolígrafo, sus ojos barrían esa cuarta pared vislumbrando a los que estábamos más allá
durante unos segundos, pequeñas contracciones de sus músculos faciales
delataban cierto rubor, pudor. Un aplauso rotundo acogió aquel
texto en el que ella se planteaba qué mujer quería ser, cuál iba a ser su
identidad como madre, como profesional así como los efectos de estas decisiones
sobre su relación de pareja.
Tras la intervención del presentador se levantó
y desde el atril fue compartiendo su mirada sobre la literatura, sus obras y la
vida. Nos reveló que era la primera vez que este texto tan íntimo se presentaba
a los lectores y lectoras ante ella, sólo lo habían leído tres personas.
Al finalizar le pregunté a mi amiga que le
había parecido y le sorprendió la búsqueda de la identidad que había
compartido. Las mujeres sin duda aportamos cuestiones a la literatura que los
hombres no viven, que desconocen. No sólo tenemos que librar la ardua batalla que enfrentamos al tratar de
salvaguardar un espacio propio, sino que
debemos recorrer un laberinto en el que debemos llegar a comprender quiénes
somos, desprendernos de los lastres con que cargamos y reinventarnos como
féminas, incluso inventar un nuevo concepto para atribuirle un nuevo
significado a los significantes que aparecen en el diccionario. Así la maternidad
cobra diferentes significados y quizás debamos comenzar a indagar nuevos
territorios, como los Diarios, e inventar nuevos géneros. El camino es arduo,
Laura lleva tiempo adentrándose amparada por el psicoanálisis, dando nuevos
significados a palabras como: ambición, mujer, maternidad, escritora, éxito,
igualdad, emponderamiento.
Pudimos intuir las siete partes de nuestros
icebergs que están conformados por el mismo hielo
Y al terminar pude aproximarme con su libro en
la mano para la firma, me recibió con una sonrisa. Aprovechando una leve pausa un hombre se interpuso lanzando el programa sobre el libro para que se lo firmara y
ella generosa se tomó el tiempo de escribir unas palabras. Después retomó la lectura silenciosa de las palabras de la dedicatoria cuando otra mujer enarbolando otro tríptico se
inhibió diciendo: - Es más importante un libro.- Puede decirle que me había
gustado mucho y que Mi mamá me mima
seguía leyéndolo y compartiéndolo con mi alumnado mientras una suave L se expandía al pie de la dedicatoria. Entonces Laura se levantó me
dio un abrazo y dos besos.
Me encontré con mi compañera de mesa y me dijo
que iba a comprar algún libro de Laura, le había parecido una mujer
interesante, cálida, tan cercana. Sí es una mujer inteligente, sabia y
maternal.
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