PAISAJES
Paisajes que se deslizan en el retrovisor desde los verdes pardos que deja la sequía, a los reflejos del arco iris entre las montañas que van tornándose desde los matices más terrosos a las arcillas más suaves que se asemejan al gassoul que discurrirá por tu cuero cabelludo entre el vapor del hamman. Los azules intensos del medio día enmarcarán dedos de manos, recortes de cimas, dunas serpenteantes de arena. El contraste con los colores vivos de los pañuelos que ondean en una terraza, en la ladera de la kashba Ait Ben Hadou esperando a ser adquiridos para proteger el rostro del aliento de la Sáhara que, no cesa de narrar a quien sepa escuchar. Las arenas traen consigo ecos de las historias antiguas, en las que el equilibrio entre las naturalezas forma parte de la cotidianidad. No era necesario teñir los corazones de las geodas y los colores se sucedían con el devenir de las estaciones. Pero ahora parece que, el caos impera y se expande, las ilusiones de querer tener poder sobre los colores, sobre las formas cuando en realidad la fuerza del color auténtico surge y se impone.
Reverdece el palmeral, aunque no lo crean los gatos callejeros, aflora y es capaz la raíz de adentrarse en la tierra siguiendo el recorrido del argán que llega a treinta metros de profundidad a encontrar el agua. Las manos volverán a mojarse, y a moldear el barro para buscarse a sí mismas y ser capaces de seguir el hilo que da sentido a sus trazos, trasladando la imagen mental al objeto tridimensional que acarician las miradas. Volveremos a la fortaleza de barro, los mundos nuevos tratan de abrirse paso, pero no pueden lograrlo silenciando su pasado. Más allá de un cuerpo, de la energía fotovoltaica, más allá de una kashba abandonada está la poesía y la canción en el zellig que en las noches inspira a tantos creadores a soñar futuros posibles.
El fuego arrasó Rissani pero permanece vivo en el recuerdo. No pudo arrasar el afán del comerciante que sigue ofreciendo lo necesario para llegar a Toumbuctú.
Ciclos de fuego y agua, tierra y aire.
Nuevos cielos, nuevas cometas, antiguas historias de yins, y mujeres poderosas,
tal vez en Djemma al Fna al caer la tarde, o alrededor de una hoguera en el desierto.
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