martes, 30 de diciembre de 2025

Rissani

 

RISSANI

Zoco a las puertas del desierto, de la Sahara. Tres días por semana sus calles son visitadas por múltiples compradores de animales, carros de alfalfa para los burros que se estacionan en la gran explanada, a la salida, unidos por la soga a la piedra numerada aguardan a que el dueño regrese con sus compras. Especias, aceites, remedios para curar el alma y el cuerpo, puestos de frutas sobre el suelo de tierra, cacerolas, hornillos, teteras, bajo las sombras de las palmas, en el claroscuro los vendedores extienden sus puestos.

En el lateral los herreros, con sus yunques, brillantes y sus mazas de distintos tamaños, sudorosos, sentados esperan, charlan, descansan. Al verme les pregunto: ¿foto? Uno dice no y el otro dice sí. Me acerco al yunque, para estar más cerca aquel brillo parpadeante. Era un grito llamándome, la forma tan perfecta. ancho en el centro y los extremos más delgados, cónicos para formar las curvas. Quería golpear, aquí, ahora y le dije: - ¿No tienes algo? Mientras hacia el gesto de golpear. Buscando alrededor sacó una barra de hierro y la metió en la fragua, entre el fuego a calentar.  Al verme tan decidida me frenó, ese no y me hizo un gesto de esperar, calentó el hierro. Cuando estuvo al rojo vivo lo sacó y lo colocó sobre el yunque. Me dio una maza, golpeé con fuerza cada vez más fuerte, gritando: _ Yala, yala, yala._ Se iba doblando, afinando como si fuese blandito, frágil y mi emoción cada vez era mayor. – Un bastón, un bastón mira la cabeza de un bastón._ La alquimia del fuego la transformación de los metales, la magia, energías de ira y bloqueos se fueron en aquel golpear incesante y el hombre me ofreció una taza de agua de su garrafa. No podía beberla, por miedo a la diarrea y le pedí que me la que me la echase sobre el turbante así lo hizo. El agua barrió mis gafas, mi cara.

Fue un placer encontrar esta nueva pasión, un nuevo oficio ahora en el que disfrutar elaborando herraduras, estrellas para lucir en los techos, camas, sillas, símbolos del chokurei, embargada por la emoción del inesperado ese zoco se abren a mil posibilidades de encontrar una nueva profesión, un nuevo amigo o unas hierbas para limpiar tus energías y volver a este país pronto.

Más tarde en las noticias, el fuego ha arrasado Rissani el mercado medieval más antiguo, a tres días de Tombuctú. No volverán las cañas a proporcionar una sombra a los viajeros, no retornarán las mercancías y la vida a gestar puentes comerciales. Ojalá el fuego no destierre el calor de los comerciantes que confían en que volvamos a pagar el próximo año si no nos alcanzan los euros, dinares que traemos en los bolsillos.

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