ARGÁN
R
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ecuerdo los yuyus de las
mujeres bajo la jaima, sus palmas jaleando a la más anciana en su danza
mientras el olor del aceite de argán colma el aire y las risas cómplices se
expanden.
En el sur las mujeres sueñan en
grupo, trabajan unidas y luchan juntas por una vida digna, mecidas por sus
pieles tersas, suaves tras la caricia del fruto del argán, árbol que extrae el
agua de las profundidades de la arena, transformando el subsuelo en laberinto
de raíces.
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