REFLEXOLOGIA
Recuerdo
las risas en la sala de masajes, cuando me dieron aquellos pantalones
cortos hechos con una tela que parecía
un retal de unas cortinas. La confianza que se iba tejiendo entre las mujeres
de distintos continentes, unidas por el viaje, y comadres en la misma batalla
contra la hinchazón en los tobillos. Nos
sirvieron un té y nos
indicaron que metiéramos los pies en la bolsa que se sujetaba en
los bordes de aquellas bañeras pequeñas en las que con esencias los pies se
iban ablandando. Las risas iban siendo sustituidas por un silencio
reconfortante, placentero a medida que los chicos con sus dedos hábiles iban
presionando las plantas de nuestros pies, estirando los dedos… Optamos por
varones para atender a aquellas seis mujeres, y me enterneció su equilibrio,
entre su necesidad de permanecer con nosotras hasta recibir su dinero y la
necesidad de intimidad para cambiarnos. Con su mirada huidiza respetuosa me
siento tan cómoda que
me cambié con comodidad como si estuviera en la antesala de un
hamman, o en un vestuario con otras mujeres.
Los
pies se hinchan y al llegar al hotel sus manos suaves y frías alivian mi
cansancio y activan el drenaje de mis líquidos retenidos. Un masaje que
agradezco y me devuelve a la placidez con que contemplábamos los lotos sobre
las aguas abrirse, con sus tonos
rosados, blancos, al caer la tarde sobre el lago de Hangzhou. - Xie, xie- . Son
tus manos sabias las que despiertan la capacidad de regeneración de mi alma,
porque llegan a un nivel profundo y deshacen esa acumulación de toxinas.
Gracias, gracias, por este regalo que me permitió descansar alguna noche en profundidad, y
alguna mañana iniciar el día con energía renovada, sintiéndome
más etérea.
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