lunes, 1 de abril de 2024

San Antolín de Bedón





Vuelvo por la desembocadura del Bedón a atisbar que el candado esta abierto y puede entrarse a las sombras del pueblo de  Antolín de Bedón. La placa con la inscripción del convento y su Iglesia en madera pervive junto con la concha que señala la identidad de este lugar como parte del camino de Santiago.

Me adentro por el sendero y los nogales han desaparecido, las casas son la sombra de su pasado, ya no quedan tejados en pie y como decía mi padre si el tejado aguanta hay casa, si el tejado cede se acabó. Se cabo el pueblo, ya no queda ni una  que pueda dar cobijo.  Los escudos están mohosos, y ya  se adivinan las fechas de más de un siglo. Los alambres impiden el paso y  hay que entrar por el lateral , junto al enorme pino que resquebraja el muro que rodeaba el convento y su iglesia. La placa donde se recogía la fecha de la última restauración ya no está. Vete a saber si el metal ya está fundido en una segunda vida.




El convento se hunde, el cielo se ve desde las ventanas abiertas, desgarradas a jirones por la lluvia y las tormentas. Ya no hay más que olor a podredumbre, a excrementos,…  Los grafittis  aquí y allá silencian el eco de las voces de los críos  y crías que venían de colonias, ya no hay olor a incienso, ni hay peregrinos que sigan camino de Santiago, ya no queda más que en estas piedras las oquedades de las balas que mataron a los presos que traían de Cangas de Onís y pueblan las cunetas. Los gritos de tantos y tantas, maestros, maestras,  personas que creían en un país libre,  amordazados y asesinados, desaparecidos aguardan en los arcenes de las memorias de tantas familias que siguen esperando a encontrar los restos para darles descanso.  Mientras el mar excava, el mar ruge, mueve las piedras, con cada marea lleva y trae zapatos, redes, y huesos.

Por el ojo de la cerradura se ve el altar mayor con la película verde de la humedad que asola el templo. Las puertas cerradas mientras el cerezo florece un año más, solo frente a las arcadas de la entrada,  queriendo alcanzar la misma altura de los capiteles.  Ya no queda nada del esplendor del S. XIII y pronto si nadie lo remedia un vendaval tirará el pino enorme y caerá la cubierta.  Quedará en la memoria de los asturianos a través del óleo de Dario Regoyos que lo reprodujo y está en Museo de Bellas Artes de Asturias junto con unas cuantas fotos  en las redes.  Catalogado como monumento histórico artístico , bien de interés  cultural, desde 1985  etiquetas que se caen de las carteras de los políticos de aquí y allá. La pila bautismal  y el retablo  trasladados desde 1858 en la capilla de Santa Ana en Naves, los sarcófagos vacíos en los laterales ya no se sabe si siguen allí ¿quién tiene las llaves de la iglesia?

Ya no hay visitas guiadas desde hace dos años. Acaba el año jacobeo, y con él quizás este lugar que fue enclave de benedictinos. Quizás los vientos huracanados se lleven los restos de este lugar ya que nadie lo remedia.