domingo, 2 de febrero de 2014

Agresiones



16 de octubre 2008

Hoy ante mis ojos el brazo se extendió ágil, nervudo, acababa en garra que se cerró sobre la cabellera de una cuidadora y los gritos brotaron, a medida que su cuerpo se doblaba. Se quebró un límite, una frontera humana y al sentirse libre de las garras del capricho inconsciente se revolvió, y se lanzó a dar bofetadas: - ¡Toma, estoy harta de que me peguen, hasta los cojones de que me metan hostias, no me dan más hostias!.-  El silencio fue total, unos pasos hacia atrás sirvieron para volver al redil de la contención, de lo políticamente correcto y se fue a paso ligero, llorando, con el cuero cabelludo dolorido, y los cabellos arrancados se los llevo el viento cálido del sur.
Los nervios se desataron, frenéticos, en el cuartucho de cuidadores. Ataque de histeria, de nervios que fue diseccionado por un tranquimazin que alguien sacó de su pastillero, del bolsillo interior de su bolso de piel.
La hoja de los partes sucumbió como una hoja más, de este otoño para cubrir el suelo sobre el que patinamos todas, expuestas a ser la siguiente la víctima, una victima más invisible, muda y olvidada.

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