lunes, 11 de enero de 2021

Reencuentro soñado


Me deslicé por el pétalo blanco, carnoso embriagada por ese olor mezcla de jazmín, de loto y de magnolio. Suave y persistente el perfume me llevó hasta el fondo en una inhalación de aquel elixir mágico que me llevó hasta tus brazos. Allí nos fusionamos en ese abrazo que vivimos tantas veces cuando nuestras miradas se entrelazaban y sobraban las palabras entre nuestras almas. Sentí tu sonrisa, sentí que estabas bien, que cuidabas ahora tú de mí. Y bailamos mientras la lluvia suave, fina comenzaba a rodearnos y generar una atmosfera primaveral, de renacimiento, mientras los estambres de la flor del loto que nos acogía se balanceaban y lanzaban al aire su magia dorada rodeándonos mientras girábamos abrazadas y sentíamos elevarse el nivel del agua que pasó a ser el agua con la que juguetear al océano en el que nadar y flotar mientras nos reíamos, nos relajábamos y nos sentíamos felices.

Pude ver que el loto cambiaba de color y por fuera iba tomando tonos rosas, luminosos, resplandecientes. Me sentí flotando tan plena, tan alegre y tú ya no estabas a mi lado, ahora habitas en mi corazón. Cuando vaya al encuentro con el mar, en esos momentos en que floto mecida por las olas, sintiendo el sol en la cara, en esa plenitud sentiré de nuevo la complicidad de nuestras almas que hablaban con miradas de corazón a corazón, entre sonrisas, atravesando la barrera del tiempo, del espacio, en esos instantes eras, eres y serás mi niña, mi Hanzada.


En esos momentos solo la palabra amor alcanza a definir ese hilo rojo que nos une incluso más allá de la muerte. Te fuiste antes, y sé que vendrás a buscarme cuando me toque irme. Tu vida se apagó tras nueve años en este mundo, quizás para algunos sean muy pocos, para tu alma puede que fueran los necesarios para cumplir su cometido. Te quedaste gravada en el recuerdo de todos cuantos te conocieron y se cruzaron con tu voz ronca, fuerte y tierna al mismo tiempo. Tus sentencias, tus preguntas que nos obligaron a redefinir el mundo y a mirarnos por dentro, tus ganas de vivir y disfrutar, tu gratitud infinita incluso cuando el dolor se apoderaba de tu cuerpo, son lecciones de vida. Nuestros ojos lloran y no entiendes las lágrimas que nublan los ojos de tu familia cada noche, antes de las oraciones que tu abuela sigue realizando cada día. Y la razón no es otra que perder el norte, perder la alegría de sobrevivir ante tanto terror, tú representabas el futuro, el porvenir de una Siria unida, en paz, el centro entorno al que giran todos y se mueven en sus caminos de vida, eras el horizonte, el impulso, la energía que nutre y sana las heridas de la nostalgia.

Ahora le susurras a tu hermano pequeño que no lloremos, que estás bien, pero la ausencia es tan fría, tan densa, tan profunda que desde las oquedades del cuerpo la separación es dolorosa, mientras que desde el interior, desde el corazón es más fácil conectar con la dicha que tu sientes, con el cese del sufrimiento, ya no hay frío a la intemperie en el mar mediterráneo, en las pateras que arriban en las costas europeas, ya no hay fronteras que te impidan el paso.

Ahora ya no eres una niña refugiada de una guerra que se desató al poco de nacer en Siria, ahora eres nuestro refugio. A ti nos encomendamos para encontrar luz ante tanta oscuridad, a ti te pedimos ayuda cuando la oscuridad no abruma y nos ciega. Atesoramos tu imagen en los móviles, en nuestros recuerdos y tu sonrisa, la profundidad de tu mirada directa, profunda, sincera nos ayuda a sacar lo mejor que tenemos dentro, a confiar en que lo mejor está por llegar, y a agradecer haber compartido contigo tiempo, risas, miedos, deseos, sueños, vida.

1 comentario:

  1. Belleza pura, puro Amor.. Un epitafio de vida... Hermosísimo texto.

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