Ecos
Los deseos revolotean entre el vapor de agua y el amor
del calor húmedo en el clarooscuro de la atmósfera de relax que logra destensar
los cuerpos la imaginación se alborota y vuelven a hacerse presentes los
sonidos del tambor del gambri, las darbukas mientras muy lejos quedan la lluvia
y el frío pertinaz que el exterior del Gran
Hamman de Marraquech en Bordeaux rompe el
arco de medio punto de una fachada neoclásica
con el canto evocador de la fuente de azulejos en la entrada, enmarcada
en la gran puerta de madera abierta de par en par, dando la bienvenida,
anunciando con su puerta adornada con una hamsa y los clavos remachados las delicias
que aguardan a las mujeres, espacio exclusivo para mujeres.
Entre el vapor y el agua que recorre tu
cuerpo, los jabones y las penumbra los sueños de abren paso y la mente vuela…
Recorrer todo Marruecos desde la primavera al otoño siguiendo el hilo de los
festivales de música y artes que gran regalo. Comenzar por el norte por Oujda y
la música rai, los festivales de Rabat el Fesfival de Mawazine donde tomar pulso
a los ritmos africanos más internacionales. Tomarse un descanso en mayo en el
valle de los rosas de Kelaa M´Gouna y flotar con el aroma de la cosecha envolviéndote
día y noche, con los primeros aceites prensados, y en esos tres días vibrar
desde la esencia femenina en ese valle del interior, cerca de los palmerales,
al sol primaveral tomando energía para seguir hacia al Atlántico y desde la
costa, desde Asilah alcanzar Essaouira la ciudad de los vientos, la música Gnawa con sus ritmos sanadores,
las raíces el África negra fisionadas, impregnando los cuadros de los artistas que exponen
en sus múltiples galerías, en los rincones de esta hermosa ciudad azul y
blanca. Dejar que la música sacra de Fez
te traiga un sosiego y paz para el alma en la capital religiosa. Ese diálogo
entre culturas que se da en Fez alrededor de la oración es un clima adecuado
para descansar y dejar que cada ritmo se aloje en una parte de ti, en un rincón.
Cuerpo caracola para evocar los ritmos más ancestrales hasta los más etéreos y
espirituales no dejando que el poso de la melancolía no sea más que arañazo y
no desgarro. Ritmos tradicionales en Sidi Slimane, voz y cuerpo, canciones y danzas,
flautas y darbuka, el Festival de Arte al Hayt,… festivales de música nómadas,
los de Artes Populares de Marraquech, los ritmos de Mezuga en el umbral del desierto,
para culminar en el Festival de las Bodas de Imilchil en septiembre, comenzar una
nueva etapa en el corazón del Atlas, entre los símbolos amazig, del espíritu de
Isli y Tislet los dos amantes a lo que prohibieron
pasarse y dicen que los lagos tienen el origen en sus lágrimas. Bodas y encuentros,
donde los gestos sencillos como agarrar las manos son señales de aceptación y
donde las mujeres eligen y deciden si el amor que localizan en el hígado merece
ser vivido y explorado tras un año de este primer encuentro y cortejo.
Desde los colores vibrantes de los lanas
teñidas, los zellig brillantes de los platos, a los dorados de los
cobres que cubren paredes enteras, al titilar de las estrellas. Un viaje a
través de los paisajes, los colores, las músicas tan diversas que hacen que los
ecos del laúd con la música andalusí, a los tambores nawga, y los ritmos
de las darbukas se mezclen con los cantos de las mujeres que recorren
los valles del Atlas y en la noche antes de poder distinguir un hilo blanco de
uno negro los compases te toman de la mano y danzas mientras tarareas satisfecha,
contenta una canción que te susurró al
ritmo del té que abre su aroma a hierbabuena en el vaso.
Sí una cierra los ojos puede sentir como en un sueño: colores, sonidos, voces, olores, gentes... Todo un privilegio caleidoscópico en el cual, quien lo lea, decidirá continuar y experimentar el sueño. Gracias por hacerme recordar el lujo de lo sencillo entre barro, palmeras, cemento y el olor a puesto de kufta y garbanzos y la magia de las músicas vibrantes...
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