Los dedos acarician el icono
lo recorren
tratan de pulsar
pero no hay aún la decisión suficiente.
Dedos náufragos
entre un mar de dudas, de miedos...
El silencio poblado de olores
de fragancias, trae en la noche
una confirmación
una certeza,
con un susurro:
somos inevitables,
entre un aquí y un ahora
nos encontramos
el reloj implosiona.
Sentir el olor, la voz
para entender todo lo que no se ha dicho
todo lo que palpita hilarante
en este encuentro entre almas.
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