sábado, 10 de agosto de 2024

Álbum de fotos (3/3)


 Geometría sagrada en las manos y en su envés la ofenda al santo Mulay Idriss fundador de la ciudad y el deseo que se renueva en un nuevo viaje. Los cuadrados danzan y en sus giros círculos, triángulos se transforman bajo las manos de los artesanos y artesanas que cada marroquí lleva en su formación de base. Las manos deben tener una ocupación mientras los ojos sueñan al rumor de los caños, en las tardes tórridas.


 

  Infancias que remueven los pilares de una nueva frontera.

Juegos que brotan al caer la tarde antes del magrib,

Adolescencias robadas por la necesidad de unos dinhares

Infancia perdida en el monedero de las pesetas, los marcos, los dólores…

 


Ciudades de barro

 mezquitas encaladas como faro,

valle de terrazas

el barro atempera los cuerpos y las almas

refugio en la falda de la montaña.

 

Barro, madera, fuego y ráfagas de vientos que mecen a las cigüeñas de norte a sur y viceversa. Mientras el zellig cada vez más complejo cubre las paredes de barro transformando la sala de la favorita, en estancia fresca, ventilada, y en la sala anexa el ventanal panorámico que permite controlar todo el valle se enreja para cubrir con telas que permitan ver sin ser vista. Con la luz se trazan laberintos que atraviesan las lágrimas y las risas para llegar al centro donde crece el olivo.

 


Agua que de desliza por canales dando al valle del Cid la abundancia que albergan sus huertos, sus chumberas, sus olivos y mucho más arriba la palmera con sus troncos que serán vigas, sus dátiles y sus hojas que serán trenzadas y serán canastos, vasijas, barreras contra la arena frenética y enfurecida por la Sahara. El palmeral acoge una vida secreta, esconde canciones entre el arrullo del arroyo que se desliza sobre el diamante de la alfombra amazig que las mujeres lavan.



 

Fortalezas de barro, caravasar en el valle del Dra, música en las noches de verano cálidas, Enta Omry te eleva la mirada y buscas de la mano de Tinarawan en la bóveda celeste caminos por andar, el argán como ofrenda para preparar el amlou y tomarte un respiro en el umbral del desierto, de la Sáhara. Huele a pan recién horneado entre las brasas, enterrado en la arena, a barro húmedo que se mezcla con paja seca para formar nuevos ladrillos que recuperen el paso de las lluvias, el calor excesivo, los vientos impetuosos, el rastro del siroco. Ventanas por las que corre la brisa elevando oraciones, canciones, suspiros y anhelos.

 

Agua gresca, vapor para abrir los poros de la piel de la novia, la amariya ya está casi lista para izar a la novia el día de la boda al compás de la música y los yuyus,. Los haces de luz sobre el cuerpo limpio, resplandeciente despojado ya de sus pieles muertas abren las puertas bajo la protección. El encuentro es nasib. La hija se casa y se rompe el eslabón de una cadena que ata al padre a unas responsabilidades que cede al marido. La vida se reinventa y se abre la posibilidad de un nuevo comienzo, una vida por estrenar al norte.

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