miércoles, 5 de marzo de 2014

ADAPTARSE



Miedo me da mirarme en el espejo, horror siento cuando me veo muchas veces en el espejo.  ¿Cómo adaptarse a estar en constante tensión, anticipando la escapada de  uno de ellos, ante la presencia de otra persona, cómo adaptarse a tener de conformarse en poner  las canciones que le gustan y pelearse cada mañana entre gritos y pasarse 20 minutos, señalando las prendas que ha ido lanzando por la clase, sin esperar nada más, sin exigir nada más?. ¿Cómo adaptarse a que el reto sea que no alcance las tijeras, que no se escapen, que no se tiren del pelo, de las orejas, que no den patadas, que no se arañen la cara?.  ¿Cómo acostumbrarse a ese grito mamá, mamá, cuando le pegan y viene a refugiarse en mi, temeroso  pero incapaz de poder contar lo que le pasó, qué le hicieron, sólo señala quién fue?. ¿Cómo sobrevivir en este territorio donde el insulto, el prejuicio y el posible expediente reinan alrededor?. ¿Cómo acostumbrarse a este ambiente enrarecido donde se gritan los adultos/as y se lanzan acusaciones, insultos, donde se vanaglorian creyéndose inmunes, por encima de todo y de todas/os?. ¿Cómo enfrentar el constante sinsentido de decisiones que  envueltas en “justicia” quieren desestabilizar, provocar enfrentamientos entre profesionales?. ¿Cómo resistir esta pirámide donde se nos lapida con total inmunidad y alevosía, donde se nos pisotea?.
¿Cómo adaptarse a que mañana sea igual que ayer, igual que hace un mes?, ¿o a que la diferencia sea que estamos más cansadas, más inmunes ante el desgarro? Sombras, estoy en la sombra no hay luz, hay calor infernal, calor al que brotan los monstruos, los hedores más inmundos, y la indiferencia, nadie mira, todos/as con sus orejeras, sola, esperando el próximo enfrentamiento. Oyendo: - “¡Putas pobres por las que saque la cara muchas veces, y me dieron por arriba y por bajo muchas veces!” Y contestas: -“ No soy ninguna puta lo primero, que te quede claro, a ver si dejamos de gritar, porque esto no nos lleva a ninguna parte”. Mirar y ver cómo ellos se tiran del pelo, para frenarse, se tiran de una oreja, o se lanzan esos :“Basta, bastó”, bastó que te han escuchado mil veces.
Miras y me doy miedo, no me gusto, no me siento yo … quiero rescatar a la que ellos ven a veces como Dibibidibide, la canción africana,  a la que hay que dar un beso antes de empezar a trabajar, o la que nos dice que yo te quiero más, cuando te limpias las babas.  Una parte de mi se muere en este antro, este infierno,  te lo dije hace un año y es así, …niños muertos, zombis, polisíndromes,…   la agonía de las últimas horas, esa  disnea que anuncia el final la sentimos al llegar,  por la mañana al ir a buscarlos al bus, al entrar y no mirarnos ni siquiera  a los ojos,  ver la  mano que indica hacia arriba, rápido al aula,  no hay tiempo ni para reunirnos todos juntos y subir, ya subirán cuando lleguen, fuera, fuera, cada uno a su celda de aislamiento y 30 minutos de recreo, como marca la ley. 
Mirar alrededor y ver el lado más oscuro, más desgarrador, más duro,  más desenfrenado, más irresponsable y prescindir de lógicas, de sentidos común, de valores que no sean el lucimiento personal, palabras que se malinterpretan y con las que se atacan y nos atacan, cómo adaptarme a ser autista, a eludir el encuentro con los demás, cómo adaptarme a no mirar alrededor y quedarme en la mirada quieta, fija en un punto, un punto inmóvil, estático, ver cómo  tenderán la trampa a otro hoy, que mañana podría ser yo.  ¿Y tú, me ves adaptada? ¿Me lo dices en serio?.

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