jueves, 6 de marzo de 2014

DESPEDIDA Y ZULOS

DESPEDIDA

Se va nuestro cuidador, el último hombre que con su bata blanca nos ayuda a desplazarnos, a recorrer sin perder el equilibrio sobre el cable que, atraviesa los tediosos abismos entre los que caminamos al cambiar de espacios. Nos quedamos como un banco sin pata, como un cuerpo sin manos,… en la jaula nos quedamos encerradas, tristes y Cris llamará, gritará tu nombre: - Armando, Armando, … sin que nada ocurra que le haga sonreír, que le lleve a danzar una vez más, alegre, y risueño.
  Joselyn ya no podrá explorar curiosa el vello de tu brazo y arrancarte alguna palabra junto con algún que otro pelillo.
La melodía de esas voces graves se apaga, y con ella la autoridad de la figura paterna.

ZULOS
            Los cigarros se consumen en el zulo, entre cachivaches inservibles, en el recodo del edificio más inaccesible se encuentran las fumadoras para trazar círculos de humo, humo que se eleva entre confidencias, suspiros, y posos de cafés.  Zulo transformado en puerta de emergencia, puerta por la que escapar del yugo del control policial de la puerta principal.
Pero desde el exterior no hay timbres, no hay luces rojas que nos anuncien que alguien al otro lado puede oír nuestros gritos, nuestra necesidad de ayuda. Fuera se produjo la agresión contundente, que nos dejó con una baja más en la plantilla, fuera estaba la ambulancia que llamaron desde un móvil para encontrar respuesta ante la impotencia, el desequilibrio entre las fuerzas de contención y explosión. En el patio aguardaban a que decidieran quien acompañaba al menor al hospital. Mientras el reloj seguía implacable su curso, las ausencias eran notables y la aguja marcaba el cambio de responsables, la franja del medio día, la orilla que nos libera de navegar en esta aguas, y con la cabeza entre las piernas ordenaron a los inmediatos inferiores que se fueran con el chaval al hospital.
Una piedra más contra nosotras mismas, una piedra de molino por la que tirar, que arrastrar que nos ahogará. Y la pregunta que brotará de mis labios sin que pueda reprimirla: - ¿Y si fuera tu hija te gustaría ir a buscarla al hospital y que la hubiesen mandado allí sin su tutora, sin nadie que sepa qué ocurrió?- La pregunta que me ayuda a encontrar sentido en el fondo de este agujero negro, de esta selva despiadada.

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