miércoles, 5 de marzo de 2014

Visitas y Memoria

VISITAS

Un perro sin collar, limpio juguetón, un labrador, se aproxima a la entrada, juguetea con los niños y las niñas, se deja acariciar,  incluso no se revuelve contra ellos cuando le tiran del rabo, cuando le golpean en el lomo sonriendo. Disfrutan de este encuentro hasta que llega la jefa y manda cerrar la verja, si vuelve a aparecer el intruso de todos los años llamará a los municipales, y que se lo lleven a la perrera. 
Pasan diez minutos de la hora, se pierde tiempo, venga para clase. Las puertas en los pasillos de cierran, la sonata de golpes y timbrazos que tarden en atender comienza. ¿Qué tiempo hace hoy? Tormentoso.

MEMORIA
           
            Las paredes están vacías, no hay nada en ellas, ¿dónde están los trabajos de cerámica que colgaban de las paredes? ¿Dónde están las placas que regalaron al colegio en sus 25 años de existencia?. ¿Dónde han puesto los carteles con las fotos de la gente que pasó por aquí, en las distintas actividades que se hicieron?. ¿Dónde están aquellos álbunes que hacían las cuidadoras, con las actividades que realizábamos en cada una de las  fiestas?. ¿Dónde están los trabajos del alumnado que colgaban de las paredes?.
Ahora quieren quitar los carteles que se hicieron señalizando todo el centro sobre madera, con distintos sistemas de comunicación, carteles que durante un año hizo el profesorado, y la única razón es que están viejos. En su lugar, cartulinas plastificadas de colores con fotos de quita y pon, fotos de la persona que esta dentro, fotos del lugar, y la palabra. ¿Es esto un mausoleo?.
A veces creo que nos estamos transformando en zombis, en fantasmas que deambulan por el castillo, un castillo en el que nada se moverá, nada cambiará, los azulejos verdes, las puertas a juego y los techos blancos, desnudez pétrea, ventanas con cristales irrompibles, sólo falta la insonorización para que no salgan ni los llantos, ni los gritos,… las palabras nos las están mutilando. La risa está prisionera, y quieren dejarnos sin memoria, sin historia, para construir un nuevo mundo, en el que la sumisión es el alimento. 
            Cada día reconozco menos, cada día descubro en el contenedor pedazos de esta institución y me sorprende que sin ningún rubor, y con el silencio cómplice de todas y todos los que vivimos otra época, se regalen trabajos del alumnado, placas conmemorativas a extraños.
El barrido no alcanzará a todas las memorias, el horizonte que pintamos Tere y yo sobre aquellas planchas de madera permanece, la entrada a aquella casita que transformamos en orilla, en casa de pescadores que bajo el faro sobrevive, aunque la pesca sea escasa y sea cada vez más urgente navegar más lejos, para encontrar el sustento. Aquella pared en la que creamos, junto con nuestros alumnos, una ventana a otro mundo resiste, y me recuerda que estamos de paso, que nada permanecerá, ni siquiera este vacío, esta oquedad que nos envuelve, saldremos a la luz, y crearemos de nuevo aprovechando la sombra un nuevo personaje, una nueva narración. El origen del títere es ese, la propia sombra.

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