miércoles, 5 de marzo de 2014

Laberintos y comunicación

LABERINTOS

Los movimientos son cada vez más rápidos, se deslizan entre los troncos que separan una zona de recreo de otra, saltan sobre ellos y no llegamos a alcanzarlos, corres, corres hasta que sientes el corazón en la garganta y entre las yemas de los dedos se desliza el mandilón, te quedas como el botón, suspendido en el aire unos segundos, mientras él sigue su carrera, hasta que le frena un caldero con pintura, o un andamio por el que escala, raudo y veloz para llegar arriba, arriba, a lo más alto. No hay percepción de miedo, no hay percepción de peligro, no existe la posibilidad de caer, del dolor, de la sangre manando de su cabeza … desde el tejado las nubes están más cerca. Desde la cumbre los demás son puntos, insignificantes, hormiguitas que recorren sendas ajenas a tu presencia,… ¿quién subirá arriba a buscarlo?. 
Otras veces tus ritmos se van acelerando a medida que sus gritos van incrementándose en volumen: -  Me pones nervioso. ¡Me estoy poniendo nervioso!!! ¡¡¡¡Quiero matar a mi madre!!!!, ¡¡la voy a matar!!. ¡¡¡Y a las monjas las voy a matar a todas!!!.  Los gritos se apagan con las primeras bofetadas que se da a si mismo, y  la garganta se cierra ante tu propio temor a que esas patadas que lanza contra la pared, acaben en tu cara, en tu vientre, y ese grito con el que comenzó amenazando se transforma en herida, hematoma, fractura,…
 La jaula está rota y es preciso contener. Un nuevo espacio tras unos pantalones estropeados por la pintura se logra. Un espacio en el que al menos la reja logra reducir las escapadas en las cuatro direcciones, sólo hay un punto débil y la vigilancia es constante, permanente.
No hay más huidas, pero hay agresiones, hay saltos inmensos en los que la angustia agita la necesidad de abarcar al otro hasta hacerlo gritar, hasta que llore, mientras la tierra es removida, lanzada. Cuando arrasaron el acebo hasta las lombrices emigraron. – - ¡Quién fuera lombriz para partir!.

COMUNICACIÓN.

Escriben las madres en la agenda pequeñas misivas reclamando más información sobre cómo se produjo la gran herida que tiene su niño en la rodilla. Examinamos las rodillas y no encontramos en ellas más que un raspón, superficial, que pudo hacerse en cualquier parte, en cualquier momento.  Y pensamos que debería de ver los hematomas que tenemos, los tres puntos en la ceja de la cuidadora, deberían de sentir el dolor en las muñecas que tenemos por tirar de ellos, por frenar las sillas que a veces lanzan, deberían de saber que hay tres maestras de baja, con un esguince cervical producido por sus hijos. ¿Acaso nos va en el sueldo? ¿Acaso pagan a alguien aquí para recibir agresiones?.
Otras en cambio escriben en una cara:- “Ayer volvíamos a casa de la compra y leyó en un coche  POLO, él sólo, quiso saber que decía. No veas como me prestó. “ Y en el  reverso aparece una lista: papel higiénico, lechuga, lejía, bastones del oído, tomates, cebolla.
Y otras veces nos escriben:
 - Hola María: Ayer Eloy cantaba: Encarna jabibi, ¿Qué significa? Está emocionado con el teatro, le encanta.
Y contestas: Hola Ana: Habibi es una palabra árabe que significa mi amor, yo a veces la uso como muletilla, a veces como adjetivo. Eloy habibi,  mi habibi,… Nos da tanta alegría.  Un saludo. Encarna
Y al día siguiente en la página siguiente Encarna me encanta tu respuesta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario