La mirada se
centra en la pantalla, es tan intenso lo que hemos filmado bajo el prisma
verde, es sugerente, cálido, distinto, y
evoca expectación, sorpresa, muestra
todo lo que das, das y no recibes.
La fuerza
que tiene provoca un bloqueo en María, una quietud que se resquebraja con mis
preguntas: ¿por qué te quedas sin palabras?. ¿Qué hay de ti ahí, para que te
quedes así?.
Siento que
estamos haciendo algo nuevo, distinto, y todos van a participar, incluso los
que no soportan estar en la sala el día del estreno con las familias. Sé que
tiene poder, que no necesita más que a ellos y la música, pero insisten en que
ponga voz, en que cuente y narro una historia paralela, recojo mis ecos,
compongo con palabras significativas un espejo: emigrar, encuentros,
despedidas, desierto, viajes,… Mi creación dentro de la obra colectiva,
discurriendo paralela a la fuerza que transmitimos jugando con esas telas que
nos hacen girar, tirar, abarcar, contener, arrastrar, volar, nadar, remar,
soñar, amar, odiar, escapar, florecer, abrirse, cerrarse, encontrarnos,
besarnos, reír, imaginar, vivir...
Al verse en
la pantalla, se sonríen, se reconocen, y piden más. Sus madres aplauden con los
ojos metidos en aguas saladas. El viaje continúa...
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