EN LAS
ACERAS
Llegaba a
casa tras una mañana que no parecía tener fin, una mañana completa con ellos, una mañana
sudando, corriendo tras Iván rampa abajo, escuchando respuestas absurdas ante
aquella palabra pertinaz que lanzaba, sabiendo que poseía el poder de herir,
sin saber las acepciones que podía tener ese: - ¡¡puta!!. Aún ese sonido martilleaba mis oídos, y mi
respuesta: - “fruta, fruta, hoy no es el día de la fruta”.
El dolor de
cabeza iba aumentando, las ganas de ducharme, de frotar con jabón las
manos, el deseo de beber agua fría, iba arrastrándolos, subiendo mi calle, cerca de casa cuando al
alzar la mirada los ojos de una amiga me ven, me saludan y llego a casa con el
eco de sus palabras: - No podemos
dejarnos sucumbir.
A LA
ENTRADA
Llego cada
día justo al caer las 9:30 y en la verja siempre esa mirada inquisitiva, ese
humo que trata de disfrazar la revisión de abajo a arriba,… cruzo la reja
oxidada y parece que el lector de códigos no está activado, no salta ante mi
desasosiego, ante las dudas que me asaltan y un día más comienza, o un día
menos, según se cuente.
La selva
está viva, las plantas carnívoras parecen regenerarse con una violencia obscena
y camino entre ellas, tratando de sortearlas, lanzándoles los jirones de la
ropa que queda para saciarlas, antes de que me atrapen la piel. Me siento desnuda, invisible, sola, y de
repente en todo el centro resuena el altavoz:
- Ponte en contacto conmigo. – y me siento liberada
por no ser objeto de esos reclamos, en los que no existe un por favor, ni un
gracias. Recuerdo como antaño el
silencio se quebraba con la voz masculina del conserje reclamando por favor
cuidadores. Miro la foto de Mario Benedetti antes de salir y descubro en el rojo
con que pintarrajearon sus mostachos, la sombra de la herida mortal.
Siento
deseos de agarrar el altavoz y recitar los versos de Benedetti al aire, para
que se escuchen unos cuantos metros más allá, para que se los lleven las olas
del océano a otro orilla, y aprovecho a la salida de este lunes para darme ese
capricho, para darle vida a Don Mario, a través de sus versos. Es mi pequeño
homenaje en este primer lunes sin Don Mario.
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