PETICIÓN
¿Qué se
despierta en el alma de estos seres ante el espejo? Esa fórmula mágica con la que Carlitos
transforma el enfado en un cataclismo tierno, con esas dos palabras: - te
quiero- esa fórmula al verla en otros niños, parece provocarle una conmoción,
la quietud total y un deseo: - “Otra vez no, no”. No desea volver a ver a los
niños y niñas decirse te quiero con un abrazo, en voz baja, a gritos, con voz
nasal, él que siempre quiere volver a ver las imágenes que vemos, esta vez no,
dejó claro que otra vez no, no.
Una negación
expresada con tanta contundencia que no puede dejar de ser escuchada, una
afirmación de sus deseos desde el lenguaje articulado, y no desde esa pasión
abrasadora que le domina por momentos y se lanza a morder, a pegarse con todo
el cuerpo a los demás, expresando sus celos, su reclamo de su dosis de besos,
de proximidad, …
Últimamente
lanza preguntas: - ¿tu casa es grande?, ¿me llevas a tu casa?, ¿dónde está
María? , ¿te ayudo?.
VOLUNTAD
- “No
quiero, no, no quiero”.- No desea moverse, está relajado sobre la pelota y no
desea abandonar esa quietud inestable, esa redondez en la que se abandona para
ser acogida por la pelota blanda, sobre la que se balancea ligeramente. Salir
para qué, no, ahora estoy bien, relajado, y lo dice alto y claro por primera
vez:
-“ ¡No quiero!”. – Y lo dejo un poquito más, porque
hay que premiar esa forma de expresar lo que uno desea, sin tirarse al suelo, sin dar patadas, sin
llamarme puta,… después de todo si prolongamos cinco minutos más el tiempo de
recreo ¿va a ocurrir algún cataclismo?.
¿A dónde nos
lleva la rigidez de los horarios, de la organización inflexible?. ¿No son los niños la escuela?.
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