ANTES DE QUE SEA TARDE…
Abrí el Diario, otro número más para
engordar las estadísticas, dos iniciales para mojar en el café con leche de
algunos, mientras a mi se me cierra el estómago. Dos letras entre las que
despertaste mi rabia, mi asco, mi impotencia y mi tristeza. En ese reducido
espacio entre esos dos caracteres estaban agolpadas todas las llamadas sin
respuesta que te hice, todos los emails que te escribí, a pesar del temor a que
incluso pudiera acceder a tu cuenta, todos los golpes, y las confidencias
veladas por un dolor tan intenso, tan firme como el que te desgarró el alma,
tratando de aferrarte a mil palabras con las que construías un amor que, te
llevaba a la autodestrucción.
¿Y qué fuimos capaces de hacer los que te
rodeábamos? A penas nada, seguir llamando ante una puerta cerrada, sin esperar
que abrieras, para decirte con cada golpe que había alguien al otro lado también.
¿Dónde está la llave?. En tu bolsillo, eso ya lo sabes. La tienes pero no es
suficiente para usarla, y no supimos ayudarte a sacar fuerzas para girar la
llave y salir, salir de esa tela araña, en la que el amor se convirtió en
trampa mortal.
No
fuimos capaces de sacarte de ese punto de aislamiento, en ese día, día en el
que te escurrías de la que soñabas con ser, en el que renunciabas a tu
capacidad para regenerarte y te entregabas, fiel, sumisa, silenciosa a sus
caprichos, quedándote sin espacio mientras el otro decidía:- ¿sacarina o
azúcar? .
Caías en esa espiral, y no supimos
tenderte un puente. Sólo ladramos, ladramos de angustia, ante las iniciales que
te nombran y ante ese punto negro sólo puedo poner un punto seguido para luchar
por conservar la dignidad, para construir un amor que nos ayude a crecer desde
la libertad y el respeto, enseñar a amar sin tolerar un mínimo atropello a tu
sombra, para que al fin puedas tener voz, la voz que siempre luchó por un mundo
justo, intercultural, con paz y alegría.
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