LAS GUERRERAS
Las campanas anunciaban las doce del medio día, y bajo un sol de justicia mis
pasos me alejaban de las calles asfaltadas. Cada vez había menos mujeres en el exterior
de las casas. Me crucé con un grupo que salía del trabajo. Las seguí a cierta distancia.
Ante los coches que atravesaban la calzada nos adentrábamos en una nube
polvorienta, aceleraron el paso y sentí su estado de alerta. Las farolas estaban forradas
con carteles en los que se leían nombres femeninos sobre cruces rosadas. ¿Dónde
estaban los niños que antaño jugaban en la calle? Sus improvisados patios de juegos,
se habían transformado en tierra sembrada con cruces rosas por cientos de mujeres,
niñas que han desaparecido, que han muerto asesinadas.
Miro a mí alrededor y no reconozco la Ciudad Juárez, que alimentó mis ansias de
forjar revoluciones que devolvieran a los indígenas su territorio usurpado. Entonces,
cobran corporeidad todos los correos, las páginas que he leído, en las que se relataba
la muerte de Susana Chávez; las dificultades que tuvo Julia Monárrez para recoger, en
una base de datos, todos los feminicidios, los que han transformado en necrópolis a
Juárez. Y al leer en una de las cruces “ni una muerta más” me siento mareada, me
sobrevienen arcadas, caigo al suelo y de rodillas vomito. El ruido de unas motos se
aproxima y escucho: - ¡Vamos las guerreras!.-
Me incorporo y me veo rodeada por nueve mujeres sobre sus motos rosadas.
Una de ellas desciende, y se aproxima para preguntarme si preciso ayuda. Me
tambaleo, pero me ayuda a sostenerme. Otra de ellas me da un poco de agua. Al cabo
de unos minutos, una mujer mayor se acerca a ellas y les dice: - Cecilia, gracias por
venir; tengo al pequeño con mucha fiebre.- Mientras, una de ellas saca del maletero
de su motocicleta unas medicinas y se las da, junto con un jamón. La mujer
agradecida lo toma y se va. Cecilia se coloca el pañuelo que sujeta su melena y me
pregunta: - ¿Te encuentras con ánimos para darte una vuelta con nosotras por la
colonia Tarahumara? –
Las observo, son mujeres de entre treinta, y cuarenta años, lucen pañoletas y
chaquetas de cuero con el emblema: las guerreras. Ante mi desconcierto, una de ellas
me dice: - Soy Lorena Granados. Somos las guerreras, dedicamos los domingos a
llevar un poco de comida, medicamentos y ropa a los que no tienen nada. Ven con
nosotras si quieres, luego te llevamos a tu casa; a cambio, seguro que podrás contar lo
que hacemos.-
Monté y me agarré a la cintura de Isabel. Recorrimos aquella colonia
repartiendo alimentos, ropa y zapatos. Cuando ya no quedaba nada fuimos a la casa de
Lorena, allí apuntaron las peticiones que les habían hecho y luego cada una regresó
con su familia.
Ayudé a preparar arroz con frijoles, recogimos la mesa, y ayudamos a las niñas
con las tareas de la escuela. Le pregunté si no tenía miedo de los narcos y sonriendo
me respondió: - ¡Vamos las guerreras!-
Publicado en Ciudad Juárez en las Hojas en ruta
Publicado en Ciudad Juárez: Por ESCRITORES POR CIUDAD ¿JUÄREZ
http://poemasporciudadjuarez.blogspot.com.es/2012/09/esmeralda-vizcaino-gijon-asturias.html
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