Sentada sobre el catre Ilemi
abrió por última vez el pequeño cofre de madera, con incrustaciones en marfil
que había heredado de su abuela.
Sobre el terciopelo rojo un
diamante engarzado en oro blanco resplandecía. Sus ojos lo acariciaron con una
pulcra e inocente lentitud antes de sacarlo de la caja e introducir una tira de
cuero gastada por la abertura del colgante. Como si de un rito de iniciación se
tratase alzó los brazos con el collar mientras unos notas graves rasgaron el
silencio. Trató de agudizar la memoria pero lo único que recordaba de su madre
era aquella melodía y el tacto suave, sedoso y tibio de su pecho mientras la
amamantaba. Sus ojos no pudieron contener las lágrimas, agarró el diamante con
fuerza y en su mente resonaron las palabras de su abuela:
- De qué te sirve el llanto. Es el momento de la
dignidad. Hay una justicia que está por
encima de la de los hombres y has de prepararte para el viaje. Recuerda como tu
bisabuela sacó el diamante en el interior de su vagina de las minas de
Sudáfrica, donde mataron a mi padre. Él tampoco había robado nada. Fue un
regalo de un amigo que creía en las propiedades mágicas de la piedra. Ella nos
ha infundido valor siempre.
La
puerta de abrió y el director de la prisión le preguntó si deseaba algo más.
Ilemi negó con la cabeza. Se levantó y con la cabeza alta avanzó con paso
firme. En la sala la ataron y el director ordenó proceder con la inyección
letal. Entonces Ilemi pronunció sus últimas palabras:
- Por favor, denle mi collar y el
cofre a mi Selena.
- No se preocupe.
- Quisiera poder contarle a mi hija con mi propia
voz la historia de esta joya de familia... Ella comprenderá que mi único delito
ha sido ser pobre y negra.
VARIOS (1998): Batallas en Lila. Ed Asociación de Mujeres Jóvenes de Asturias. Oviedo
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