A lo largo de mi vida, siempre he
sentido la presencia de unos seres carentes de corporeidad, los cuales
habitaban en la casa de mi familia. Sólo yo era capaz de sentir su presencia y
a medida que fui evolucionando mis compañeros de juegos imaginarios crecieron y
fuimos ayudándonos mutuamente. Para mí la existencia de Vaclav, mi fantasma
racional siempre ha sido tan real y tangible que sin él, la vida, mi vida no
sería la misma. Juntos nos hemos sobrepuesto al desamor, nos fumamos nuestro
primer porro, La Historia del Tiempo estrechó nuestro vínculo y ambos
preparamos la fiesta del adiós a Penélope, mi fantasma emocional.
Penélope..., la extraño con más
frecuencia de lo que estoy dispuesta a confesarle a Vaclav, pero la convivencia
era insostenible. Ambos se enfrentaron y en la confrontación salió vencedor
Vaclav, tras dejarla sin palabras con su razonamiento hipotético-inductivo.
Los fantasmas que habitaban en la
casa familiar no han llegado a mi nuevo hogar. Antes mis fantasmas me
recordaban dónde estaban y cómo usar los objetos extraños que nos facilitan el
uso de la cotidianeidad: cazos, vitrocerámicas, Internet, calcetines, gorros de
lana, aspirinas...
Hoy he perdido las llaves. Así no
puedo continuar, y he decidido publicar un anuncio en el diario: SE BUSCA
FANTASMA JUGUETÓN PARA CONVIVIR.
Muchos han contestado a mi
anuncio. Entre ellos un ejecutivo encorsetado que no se separa de su maletín y
en cuyo interior atesora una muda sucia; la directora del Ministerio de Ocio y
Tiempo Libre de Parados, y Amas de Casa; un poeta que colecciona rimas
asonantes y ha inventado una máquina para medir versos y rehacer la prosa
poética ajustándola al corsé de la métrica; el director de una empresa, cuya
infraestructura consiste en un teléfono móvil, una caja de herramienta y una
furgoneta de segunda mano; una feminista radical a la que siguen deteniendo por
quemar sostenes en grandes superficies comerciales.
Me entrevisté con todos ellos. No
sabía cuál de ellos escoger. Y fue el empleo de una metáfora lo que acabó con
mi indecisión. El poeta habita en mi vida pero, ahora yo soy el fantasma
esclavizado que le recuerda dónde están las llaves, le calienta el café, le
prepara la comida, le lava y plancha la ropa, introduce sus versos en la
computadora, contesta a su correspondencia y baja cada mañana en busca del
periódico para que pueda leerlo mientras desayuna en la cama.
Hoy me he escapado mientras él
duerme la siesta y he decidido poner otro anuncio en el periódico:
BUSCO CON URGENCIA CASTILLO
DESHABITADO ALEJADO DE CUALQUIER RESQUICIO DE CIVILIZACIÓN. LLAMAR AL 985216434
DE TRES A CINCO DE LA MADRUGADA.
Editado en Nemetón nº 3, enero-abril 2000 Gijón
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