Hoy he visto la cara al V.I.H. Esa plaga me ha arrebatado al mejor amigo de mi adolescencia. Su risa, la carcajada antaño a flor de piel se ha desvanecido. Todo fue por culpa de un condón roto. Nunca pensé que él me infectaría. Siempre fui muy promiscuo, pero responsable. Sexo seguro, era su religión.
Y ahora ya no está a mi lado para compartir los recuerdos locos del ayer y las confidencias del mañana. Me he quedado sin cómplice para compartir mis escarceos amorosos. Nadie como él supo entender desde su masculinidad la esencia de mi condición femenina.
SEGUNDO ROSTRO.
- Lo siento, no puedo. Dijo ella mientras él no cesaba de desgastarla con tanta caricia.
- Entre susurros él dijo: - Vamos cariño, no seas tonta.
- ¡No puedo!. Respondió enfadada.
- ¿Por qué?. Preguntó con una actitud distantes.
- Tengo miedo. Respondió con firmeza mirándole a los ojos.
- ¿Te doy miedo?. Preguntó incrédulo.
- Me da pánico tu pasada experiencia sexual y tu aversión por los condones.
TERCER ROSTRO
- Cuando me deje no sé lo que haré. No puedo vivir sin él. - esas habían sido las últimas palabras del vecino. Ya sabía el diagnóstico y el pronóstico. Compartían la vida. El amor y el S.I.D.A. eran sus vínculos. Sus vidas eran las letras de unos cuantos boleros: "Espérame en el cielo corazón si es que te vas primero. Espérame que pronto yo estaré allí donde tú estés. Y entre nubes de algodón haremos nuestro nido...".
La muerte llegó puntual a su cita, pero fue sorprendida por la decisión de Tomás y no le quedó otro remedio que hacer horas extraordinarias, sin posibilidad de reclamarlas en su nómina.
CUARTO ROSTRO
Estoy en un hábitat cálido, tierno. Mis necesidades están cubiertas. En este paraíso al ritmo del tambor voy creciendo y madurando. ¿Para qué?. No lo sé. Me han llegado rumores sobre las ineludibles causas de todo cuanto es y acontece, pero me temo que no somos siempre conscientes de las causas y los efectos. Llegar a saber lo que uno es, ya es bastante difícil.
- ¿Qué pasara fuera?. El tan está aumentando el ritmo de una forma vertiginosa. Se aproxima algo frío y brillante. Viene hacia mí... ¡Socorro!. Va a atraparme. ¡¡¡Ahhhhhh!!!. ¿Por qué mamá?. ¿Por qué lo has hecho?.
QUINTO ROSTRO
La niña entierra su infancia al son de una canción de cuna que tararea su garganta en la arena mojada, muy cerca del mar furioso. El foso es hondo, pero aún no se asoma el agua. Su madre araña la arena y extrae alguna piedra. El mar encolerizado las alcanzan y lame las plantas de sus pies desnudos y maltratados por los cristales que les lanzaron cuando, descubrieron que albergaban el V.I.H. El agua salada hará cicatrizar las heridas, pero en aquella cala de su vida, dejaron lo mejor de sí mismas: el candor de la inocencia y la creencia en un mañana.
Publicado en : Nemetón, nº1, mayo 1999, Gijón
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