jueves, 13 de septiembre de 2012

Dicen de mi; en Etcétera


En la narrativa de Esmeralda Vizcaíno encontramos el acercamiento a una realidad palpable, tangible, con un gesto directo, de voz emergente, que también se nutre de momentos de melancolía.
Nada es igual que antes cuando surge un encuentro entre las fauces del otoño, aunque existan elementos de seducción, en medio de parque agridulce de la vida El testimonio nos habla de esas trincheras que al soledad elige como bandera inexcusable. el follaje inequívoco del paso del tiempo co todas las derrotas.
La contaminación -en sutil humor-  queda reflejada en todo un legado de luz para el mundo que nos toca vivir, a lo largo de de los párrafos de "humos, combustibles y rayos uva", con un toque de ficción atractivo y denunciante para este fin de siglo que contiene todas las trabas de progreso.
"Madurez" nos convoca  a tañir las campanadas de la reflexión ante las contradicciones  del ser, ante el fantasma rea de la muerte, siempre solícita al final  de los caminos.
Etnocentrismo, relato trabajado en sosegado y matizador ritmo narrativo, nos enfrenta a los matices que mueven los conflictos étnicos, con toda una serie de elocuentes imágenes y mensajes.
El paisaje humano de "Penumbra" se torna gris en la nostalgia que puede cubrir las tardes solitarias de una ciudad portuaria a ritmo de evocación  o en medio de una pantalla de cine, donde la realidad se torna vital, donde  "el hábitat natural  del misterio es la penumbra", donde el  sentimiento nace para ser recogido en briznas de ternura y de sobriedad sonora, arrastrada saudade por las esquinas del tiempo.
Y el "desamor" clama entre toques de silencio, atrapados en una noche imposible, cuando nada es válido para aceptar los minutos que quedaron olvidados, a golpe de horizontes herméticos.
"Blanco" mapa de futuros posibles, quizás inalcanzables, pero propuestos, soñados, creíbles. Como la "poetisa" que sabe que los sueños pueden convertirse en paraísos de luz, tal vez por una única vez, reinterpretando la realidad, atrapándola entre los dedos, en el papel henchido de ebriedades. "y una vez más, el verano nos despoja  de la voluntad de los recuerdos". Como sudario de las estrellas en el ámbito de lo posible. Para llegar hasta el SIDA TIENE ROSTRO, un deseo de comunicación transferido en cinco contundentes propuestas. A destiempo pero atrapando un rano de esperanza. Frente a la soledad de que clama en el desierto de la vida, si mas equipaje que la palabra de su propio destino,
Pilar Quirosa-Ceyrouze.  en Etcétera nº 30 febrero 2000  ZARAGOZA

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