En la narrativa de Esmeralda
Vizcaíno encontramos el acercamiento a una realidad palpable, tangible, con un
gesto directo, de voz emergente, que también se nutre de momentos de
melancolía.
Nada
es igual que antes cuando surge un encuentro entre las fauces del otoño, aunque
existan elementos de seducción, en medio de parque agridulce de la vida El
testimonio nos habla de esas trincheras que al soledad elige como bandera
inexcusable. el follaje inequívoco del paso del tiempo co todas las derrotas.
La
contaminación -en sutil humor- queda reflejada en todo un legado de luz
para el mundo que nos toca vivir, a lo largo de de los párrafos de "humos,
combustibles y rayos uva", con un toque de ficción atractivo y denunciante
para este fin de siglo que contiene todas las trabas de progreso.
"Madurez"
nos convoca a tañir las campanadas de la reflexión ante las
contradicciones del ser, ante el fantasma rea de la muerte, siempre
solícita al final de los caminos.
Etnocentrismo,
relato trabajado en sosegado y matizador ritmo narrativo, nos enfrenta a los
matices que mueven los conflictos étnicos, con toda una serie de elocuentes
imágenes y mensajes.
El
paisaje humano de "Penumbra" se torna gris en la nostalgia que puede
cubrir las tardes solitarias de una ciudad portuaria a ritmo de evocación
o en medio de una pantalla de cine, donde la realidad se torna vital,
donde "el hábitat natural del misterio es la penumbra",
donde el sentimiento nace para ser recogido en briznas de ternura y de
sobriedad sonora, arrastrada saudade por las esquinas del tiempo.
Y
el "desamor" clama entre toques de silencio, atrapados en una noche
imposible, cuando nada es válido para aceptar los minutos que quedaron
olvidados, a golpe de horizontes herméticos.
"Blanco" mapa de futuros
posibles, quizás inalcanzables, pero propuestos, soñados, creíbles. Como la
"poetisa" que sabe que los sueños pueden convertirse en paraísos de
luz, tal vez por una única vez, reinterpretando la realidad, atrapándola entre
los dedos, en el papel henchido de ebriedades. "y una vez más, el verano
nos despoja de la voluntad de los recuerdos". Como sudario de las
estrellas en el ámbito de lo posible. Para llegar hasta el SIDA TIENE ROSTRO,
un deseo de comunicación transferido en cinco contundentes propuestas. A
destiempo pero atrapando un rano de esperanza. Frente a la soledad de que clama
en el desierto de la vida, si mas equipaje que la palabra de su propio destino,
Pilar Quirosa-Ceyrouze. en Etcétera nº 30 febrero 2000
ZARAGOZA
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