VIAJAR
A TRAVES DE LA
MAGIA DEL CINE
Ir al cine supone iniciar un viaje. Sentados en las butacas uno conoce
lugares y épocas silenciadas, negadas, escondidas de difícil acceso. Se siente
el miedo, la compasión, uno ríe, llora, en definitiva construye su propio
itinerario a pesar de compartir el mismo paisaje. El periplo se inicia con la
recepción para poder emitir una sensación, una impresión, la emoción que
desata. Es el momento de generar en su interior el recuerdo de una vivencia,
los fotogramas de otra película, un comentario que oyó pero no escuchó y tenía
almacenado en el hemisferio de los asuntos pendientes. Para mí ir al cine es un
acto de creación donde la necesidad de sorprender está presente. Así que os
propongo iniciar este itinerario con una serie de películas con las que he
gozado y me han permitido ampliar mi visión sobre la compleja realidad
intercultural en la que estamos inmersos.
Así comienza SOL DE OTOÑO (1996). Director: EDUARDO MIGNOGNA.
-
Hola, buen día, bienvenidos a Buenos Aires, aquí estás en tu programa favorito
de la mañana porteña en este otoño en que las hojas empiezan a inundar las
veredas, como alfombras bardiales.
Quizás
no nos hayamos elegido pero aquí estamos juntos, así que es mejor que tratemos
de sacar lo mejor de cada uno. Vamos a comenzar con este programa el día de
hoy, como cada uno comienza su programita diario en su camita, lavándose los
dientes, desperezándose el morro de la mañana, vamos a ver, de qué va todo
esto.-
Mignogna nos muestra, bajo la cálida luz del sur, a los habitantes de
la urbe, bajo los tejados de los barrios obreros y de clase alta donde la
soledad inunda las entrañas y la búsqueda de un bienestar quieto lleva hacia el
engaño como estrategia y con la llegada de ese viento cosquilloso que nos
inunda cuando nos encontramos con el amor surge el temor, el miedo de
permitirnos ser nosotros mismos, el placerr de lo inesperado y satisfacer
nuestras necesidades. La mirada de Eduardo Mignogna nos hace transcender el
sentimiento individual y adentrarnos en sus películas supone iniciar un viaje
emocional que te hace recordar: el vínculo con la madre, la búsqueda de la
propia voz, los mecanismos de defensa con los que cada uno enfrenta la realidad
cotidiana...
ORIENTE ES ORIENTE (1999) Director: Damien
O´Donnell
Representa la risa, el buen humor, las mentiras piadosas que nos hacen
más amable, sutil y llevadera la convivencia centre dos culturas tan distintas
como la anglosajona y la islámica. Una convivencia marital donde la educación
de los hijos es un acto de conocimiento, comprensión que nos lleva a
desarrollar una convivencia basada en la tolerancia.
PECATA MINUTA (1998) Director: Ramón Barea.
A medio camino entre el humor y la ironía Ramón nos muestra un
escenario: el convento, pero lejos de ser un lugar de recogimiento, reflexión,
contemplación, nos muestra el deseo de escapar a través de un túnel que cavan
dos de ellas con ayuda del cucharón de la cocina, huir para buscar un lugar en
el que ya no tienen un sitio, vivir huyendo, sustituir al muñeco al que le da
el pecho a escondidas por un bebé de carne y hueso y así acabar con la angustia
existencial de no dejar huella alguna, las luchas de poder entre el sector
renovador que viaja por Internet y el conservador que está velando la reliquia:
el cadáver incorrupto de la madre superiora y cómo este va sacando la lengua. Y
cuando la madre abadesa saca la lengua es la señal inequívoca de que va a haber
alguna catástrofe (un cambio).
BAILANDO EN LA OSCURIDAD (2000). Lars
Von Trier
Nos inquieta desde el primer fotograma, antes de los títulos de
crédito con esa pantalla negra y esa música que aparece que nunca va a
terminar, nos muestra siguiendo el hilo de los musicales esa realidad fortísima
que aparece en los periódicos cada día y que neutralizamos aunándola en
frías cifras, pero la mirada de Catherine Deneuve o de Björk nos
transmite la crudeza de la vida de los emigrantes, el sistema judicial
americano, la pena de muerte, el acceso de los discapacitados al ámbito
laboral, los abusos de la policía, la importancia de la amistad, y la
autenticidad de este vínculo que se demuestra en situaciones límites donde no
es fácil enfrentarse al tabú de la muerte. Y como colofón nos deja con un
dilema en la cabeza. -¿qué necesita un niño de diez años a su madre o no perder
la visión?.
Quiero
despedirme de mis lectores con las ultimas palabras de Sol de Otoño hasta la
próxima entrega de Nemeton:
-
¡Y si todos supiésemos qué vale la pena!. Este programa de sobrevivientes
termina otra vez, como todos los días. Voy a salir a la ciudad, el horizonte no
es el río como decía uno. Alguien espera por mí, yo estoy esperando a alguien,
alguien nos espera a nosotros y quizás nosotros no sepamos qué esperar de los
demás, de eso se trata. Mañana será otro día. Hasta mañana. -
Publicado en: Nemetón Nª6, mayo agosto 2001
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