ETNOCENTRISMO
La cámara dispara sin descanso mientras se intensifican los gritos de las mujeres: -¡No, no foto, no!.- Los velos y caftanes de colores alegres y vibrantes las cubren con rapidez. La cámara guarda en su interior una imagen: mujeres joviales cantando con los pies en medio del río lavando las alfombras y los velos no son necesarios para protegerse de las miradas violentas de los hombres. El sol está alto y los varones saben que no es hora de pasear por el palmeral. Pero la presencia del turista se hace patente ante el olor de los perfumes franceses y los crujidos de la hojarasca bajo sus botas todo terreno y la última foto del carrete muestra unas difuminadas siluetas de colores sobre el río.
La risa y los gritos desgarrados que llegaron tras el último clic serán evocados por el turista, sediento de instantáneas que irán incrementándose a medida que la distancia sea mayor. Al mismo tiempo, los relatos narrados por el guía silenciarán una de las realidades de aquella época de esplendor, donde las monedas usadas por la gente eran conchas procedentes de Oriente llamadas caorís, y sólo quedará de aquella historia la versión tópica y sesgada del trueque entre la sal y el mármol..
Desde occidente se mira con una fascinación de ensueño tratando de silenciar las voces de la otra Historia, de la otra Antropología y mirando desde las lentes de la religión el universo del infiel sólo aparecen las huellas de un número indeterminado de pateras que rellenan los espacios entre la actualidad más candente, los conflictos de intereses y posibles negocios que fructifican ante las catástrofes que dejan tras de sí los terremotos, los conflictos étnicos,...
Relato del monográfico que me dedicaron en ETCÉTERA ( zaragoza), Nº30 febrero 2000
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