Lucía y Medem
Medem geógrafo de
las emociones logra en su última producción, Lucía y el sexo,
adentrarnos en las fronteras de lo más primario y auténtico que cada ser humano
posee: los sentimientos y las sensaciones. Desde el tacto húmedo y suave del
barro, la calidez de los fondos del océano que oscilan llevando a la mente del
espectador desde los primeros fotogramas, hacia ese ligero mareo que sienten
los habitantes de esa isla en la que todos hemos naufragado alguna vez. Una
isla donde uno acude a olvidar, tratando de encontrar una parte nueva dentro de
sí mismo capaz de darle fuerzas para seguir sobreviviendo bajo la cubierta de
los tejados de la ciudad. Un terreno en el que debe mirar hacia el suelo para
no caer en el mar si uno no sabe bucear, un lugar donde no hay dolor, y uno es
capaz de encontrar la verdad que nos hace libres, brotan las lágrimas
contenidas que queman nuestro interior.
La poesía madura
fluye entre las imágenes teñidas de azul y blanco incandescente, se asoma entre
los diálogos :"mi abuela me contó que mis padres y mi hermana se fueron de
viaje y en el cielo abrieron una papelería librería con alas, porque la del
pueblo no les iba nada bien, ella contaba la vida su manera." La luna y el
sol, Luna y Lorenzo, símbolos y prototipos en esta película de roles tan
comunes que al verlos actuar seguro que a la mente se nos vienen algún amigo o
conocido. Sin embargo Lucia y esa chica valenciana, a la que hemos de seguirle
la pista parra descubrir su nombre, representan en cierta medida ese otro yo
ideal, esa valentía que nos falta para poner toda la carne en el asador y
luchar por el amor que te agarra las entrañas y no te deja respirar, ni gozar
de ningún otro, te detiene y te deja sin miradas para otro amor. Representan el
coraje para enfrentar el dolor cada una a su manera, pero ambas en esa isla a
la que ha de llegar el farero para que se reencuentren con la luz que nos da
fuerzas para vivir.
Vínculos entre
madres e hijas, padres e hijas desconocidos, amantes, deseos y fantasías,
amistad, amor, sexo son los hilos de una trama que los entrecruzan cerrando el
ciclo de esa luna llena resplandeciente y mágica que puebla los rincones de
esta película y ese sol que se cuela por la ventana de una buhardilla al
son de una canción: un rayo de sol, oh oh oh, llegó a mi corazón oh oh oh oh
oh... la vida y la muerte, la cara vista y oculta de esa luna mágica que nos
alborota la pasión.
Lorenzo escribe y
busca en la primera lectora de su obra esa emoción que sintió por su primera
novela: me agarra por dentro y no puedo leer nada más. Comienza a escribirle un
cuento a través de internet a Elena, ese cuento capaz de generar confianza,
calidez, serenidad, alegría es el cuento que todos buscamos escribir y leer.
Lanzo una petición desde aquí y doy algunas de las claves que la película
ofrece sobre cómo debe ser. Así pues aguardo a que escribas ese cuento:
Cuéntame un cuento lleno de ventajas donde al llegar al final aparezca un
agujero que me lleve a la mitad del cuento, al momento justo en que poder
enmendar los errores cometidos que nos han matado por dentro. Llévame a esa
isla donde sus habitantes se marean y nos podemos caer por uno de los agujeros
por los que el mar nos devuelve la posibilidad de volver amparándonos en la
forma que deseemos. Cuéntame ese cuento que yo te daré el tiempo que necesites.
Mi oreja está en: www.evizcainoe@Yahoo.esNemeton nº7, 1999
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