jueves, 13 de septiembre de 2012

Acoger




Adivinaba en tus manos resecas y ásperas las tediosas jornadas bajo el plástico de los invernaderos recolectando frutos y más frutos que no podrás degustar en su esplendor.

Adiviné en la tono alegre de tus compatriotas al hablar en esta orilla desde el locutorio que vendrías pronto a esta orilla aunque para ello toda tu extensa familia vendería sus posesiones.

Adiviné en la profundidad de tu mirada la calidez de tu abrazo, el reencuentro conmigo misma, con la que quería ser.

Adivino en tus constantes vueltas dormido la inquietud que tu mirada de cabeza de familia trata de ocultar y enfrentar aceptando trabajos al remunerados

¿Adivinarás la fortaleza de este lazo que me a une a ti endulzando el olor a pollo frito en tu piel y del que te despojo gustosa, lavándote con el agua caliente que voy calentando antes de tu llegada en la olla en que preparas el cuscus?.

Adivinamos los dos que era necesario el viaje que ambos emprendimos desde el norte hacia el sur y viceversa, lo adivinamos cuando te contemplé con nuestra hija Agua mecida por tus brazos, por los ecos de esa África que es nuestra cuna.

Editado en: VARIOS (2007): Páginas para la tolerancia, Ed Fundación de Derechos  Civiles, Madrid.

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