jueves, 13 de septiembre de 2012

Fantasmas


A lo largo de mi vida, siempre he sentido la presencia de unos seres carentes de corporeidad, los cuales habitaban en la casa de mi familia. Sólo yo era capaz de sentir su presencia y a medida que fui evolucionando mis compañeros de juegos imaginarios crecieron y fuimos ayudándonos mutuamente. Para mí la existencia de Vaclav, mi fantasma racional siempre ha sido tan real y tangible que sin él, la vida, mi vida no sería la misma. Juntos nos hemos sobrepuesto al desamor, nos fumamos nuestro primer porro, La Historia del Tiempo estrechó nuestro vínculo y ambos preparamos la fiesta del adiós a Penélope, mi fantasma emocional.
Penélope..., la extraño con más frecuencia de lo que estoy dispuesta a confesarle a Vaclav, pero la convivencia era insostenible. Ambos se enfrentaron y en la confrontación salió vencedor Vaclav, tras dejarla sin palabras con su razonamiento hipotético-inductivo.
Los fantasmas que habitaban en la casa familiar no han llegado a mi nuevo hogar. Antes mis fantasmas me recordaban dónde estaban y cómo usar los objetos extraños que nos facilitan el uso de la cotidianeidad: cazos, vitrocerámicas, Internet, calcetines, gorros de lana, aspirinas...
Hoy he perdido las llaves. Así no puedo continuar, y he decidido publicar un anuncio en el diario: SE BUSCA FANTASMA JUGUETÓN PARA CONVIVIR.
Muchos han contestado a mi anuncio. Entre ellos un ejecutivo encorsetado que no se separa de su maletín y en cuyo interior atesora una muda sucia; la directora del Ministerio de Ocio y Tiempo Libre de Parados, y Amas de Casa; un poeta que colecciona rimas asonantes y ha inventado una máquina para medir versos y rehacer la prosa poética ajustándola al corsé de la métrica; el director de una empresa, cuya infraestructura consiste en un teléfono móvil, una caja de herramienta y una furgoneta de segunda mano; una feminista radical a la que siguen deteniendo por quemar sostenes en grandes superficies comerciales.
Me entrevisté con todos ellos. No sabía cuál de ellos escoger. Y fue el empleo de una metáfora lo que acabó con mi indecisión. El poeta habita en mi vida pero, ahora yo soy el fantasma esclavizado que le recuerda dónde están las llaves, le calienta el café, le prepara la comida, le lava y plancha la ropa, introduce sus versos en la computadora, contesta a su correspondencia y baja cada mañana en busca del periódico para que pueda leerlo mientras desayuna en la cama.
Hoy me he escapado mientras él duerme la siesta y he decidido poner otro anuncio en el periódico:
BUSCO CON URGENCIA CASTILLO DESHABITADO ALEJADO DE CUALQUIER RESQUICIO DE CIVILIZACIÓN. LLAMAR AL 985216434 DE TRES A CINCO DE LA MADRUGADA.

Editado en Nemetón nº 3, enero-abril 2000 Gijón

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