jueves, 13 de septiembre de 2012

EL PLACER DE LOS SENTIDOS



EL OLFATO
Las aletas de la nariz se abren y se cierran con agitación, es su olor no cabe la menor duda. Mi cuerpo reacciona: la boca  se transforma poco a poco en boca jugosa, golosa, los labios recobran su brillo tras ser acariciados por la punta de la lengua. El apetito se abre, las ansias de devorarle ascienden piano, piano.
Es su olor, ese perfume me hipnotiza y lo sigo a través de la ciudad, cruzando calzadas, puentes, autopistas con los ojos cerrados. Hasta que al abrirlos la oscuridad me rodea, no sé dónde estoy, pero tampoco importa demasiado.  Una luz en el horizonte guía mis pasos cansados, decepcionados. Al alcanzarla  me encuentro en la parada del autobús, aguardo en la última parada cobijándome de la lluvia que arrecia.
Cierro los ojos y viajo hacia aquel perfume de la línea Chanel EGOISTA.   Persistente, denso, suave, embriagador, poderoso, sensual como su aliento desata la sed de sus besos, una danza de caricias que van descubriendo el territorio de su piel morena.

EL GUSTO
Por placer te busco entre las ropas que vistes, despojándote de ellas me aproximo más al hombre que amo y al que anhelo entregarme. Desnudos somos agua, fuego, tierra y aire. Somos el cosmos eclosionando. No hay escondites, no hay mentiras, dobles fondos. Somos nosotros en exclusiva y con total privacidad.
En esos momentos iniciamos el ritual del baño con aguas tibias, jabones almizclados, comenzando por los pies que te han traído hasta mi orilla y están sudorosos, cansados, rígidos. El agua se desliza desde la punta de los dedos hacia el empeine mientras mis manos van descendiendo siguiendo el cauce ejerciendo ligeras presiones  que distienden tus músculos, estiran tus huesos. Seco un pie y mientras me disponga a acicalar el otro tú lo elevas y buscas la cálida humedad de mis oquedades íntimas con los dedos. Tu pie ha cobrado vida.
Apasionado, inquieto, voraz no puedes esperar a que termine con el otro pie, te aproximas besándome la espalda, lamiendo las huellas de mis vértebras hasta alcanzar mi cuello. Chupas, lames, mordisqueas imprimiéndome la fuerza para girar y me como tu boca. Esa boca inmensa, de labios gruesos que llegan a mí helados, casi inertes por el frío del largo camino que has recorrido siguiendo a la luna, hasta alcanzar la alborada, a través de la autopista que media entre dos capitales que me prohíbes citar. Un chocolate caliente es el bálsamo que mis dedos y mi lengua vierten sobre ese tono amoratado devolviéndoles el tono rosado, la elasticidad y la temperatura con que ahora reventamos las fronteras entre tu cuerpo y mi cuerpo.
Sé que no usas las bufandas que tejo en las noches en que estas ausente cuando vienes a mí, porque lo que te excita es el ritual de desnudarnos. Insistes en que duerma con la bufanda atada a mi cintura, disfrutas recorriendo todo mi cuerpo con ella mientras dormito en la mañana. Siembro mi presencia en sus tejidos y de camino a tu casa, en medio de la tormenta me hueles y te evades con tus recuerdos. Sé que te gusta creer que estoy dormida aún, cuando abres mi sexo con tus dedos e introduces algunos de sus flecos y a mí me excita poner alguna resistencia para sentirte vencerla  con tu pene erecto.
EL OIDO
            Escuchar tus gemidos al otro lado del teléfono en noches oscuras, me devuelve el placer de amarte en la distancia. Se renueva el vínculo que existe entre nosotros sobrevolando la distancia física. Inventas nuevas fantasías que me susurras y me basta con cerrar los ojos para, para sentir tu piel estremeciéndose. A veces me dices palabras eternas, otras veces en cambio gozas con esas palabras sucias que transformas en peticiones, con ese tono de rendición con que te aproximas despertando mi deseo. Te juras a ti mismo al colgar no volver a llamar y al caer la noche vuelves sumiso, tierno, a marcar para ser de nuevo el amante sensual, ardiente que no conoce tregua.
            Comenzaste a jugar una tarde a través de un ordenador y transformaste tu mundo cotidiano viviendo dos vidas paralelas que discurren por dos túneles paralelos. Nunca creíste que se podrían producir cruces y ahora me escuchas  en medio de la algarabía de los bares nocturnos de tu ciudad. Buscas una cabina y marcas mi número. De nuevo hablamos por tercera vez esta noche. Estas hechizado por la sinceridad con que mi voz acude a tus reclamos, por la carencia de represiones, en definitiva por la libertad con que nos entregamos noche a noche, llamada y llamada.

EL TACTO Y LA VISTA
Juegas con la ilusión de sentir mi tacto a lo largo de toda tu epidermis y en especial con el tacto profundo, tierno sobre tus genitales. Cierras los ojos y tu mano se vuelve mi mano. Las prohibiciones desaparecen al compás de tu voz y mis gemidos. La fantasía se desata y se aleja de la infidelidad tradicional. Tu novia no te descubrirá, tu esposa no podrá seguir las huellas de ese móvil que mantienes oculto en tu despacho. Pero llegará el día en que hablar no te va a bastar, necesitarás abrir los ojos y ver como una boca succiona ese pene erecto mientras las manos de esa mujer acarician tus glúteos y tus dedos se enredan en su cabellera pelirroja. Sentirás el ansia de comerte ese coño que hasta ahora te has imaginado afeitándolo, abriéndolo con tus dedos,... 
Te citaste con la amante telefónica que calienta tus noches y descubriste su cuerpo desnudo, tembloroso, quisiste descubrir su rostro y ella no te lo permitió. Había poco luz en la habitación de ese hotel. Le prometiste una vida a la luz del sol y leíste una fecha y un nombre en la alianza que lleva colgada del cuello. Te sorprendiste de la coincidencia con tu verdadero nombre, pero no diste importancia a esa fecha que coincide con tu aniversario de boda. Tuvo que ser ella la que al descubrir su rostro te hizo comprender que te has traicionado a ti mismo, no siendo capaz de encontrar entre los poros de su piel a la amante desinhibida con la que soñabas, quizás por cobardía, quizás por miedo al rechazo. Te quedaste sin palabras, boquiabierto, mientras ella sonríe, se viste y se marcha. Es tarde porque ella ha decidido que esta sea la última vez. Ella ha comenzado una nueva vida al otro lado del Mediterráneo consigo misma y sus sueños.

 PUBLICADO EN: VARIOS (2005): Los nuestros son todos, todos somos diferentes. ED Fundación de Derechos Civiles. Madrid

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